Subo la persiana y abro la ventana. Arriba brilla el sol, pero ya no da calor. Y tú te sigues creyendo sus mentiras sin analizar su discurso. El tiempo tampoco se detiene, pero seguimos mirándonos y solo volvemos a hablar para dividirnos de nuevo. Vuelves a llorar y no me alejo. Por favor, abre tu coraza y déjame escucharme.
Aunque igual es tarde, la puerta se está rompiendo. Escucho una voz: que pase el hombre muerto.
Susurra y grita el viento, sale una bala e impacta en el blanco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario