y aquel maravilloso paseo en el Louvre,
con sus grandes salas e interminables pasillos,
y su estupendo mirador con vistas a la Victoria de Samotracia.
Recuerdo aquel momento
en el que pensé que saltar al vacío,
me haría feliz al deambular para siempre
entre los recuerdos de los más grandes escultores y pintores.
Imbécil.
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