Recuerdo aquellos días en París, y aquel maravilloso paseo en el Louvre, con sus grandes salas e interminables pasillos, y su estupendo mirador con vistas a la Victoria de Samotracia. Recuerdo aquel momento en el que pensé que saltar al vacío, me haría feliz al deambular para siempre entre los recuerdos de los más grandes escultores y pintores.
Abro la puerta; todo cambió, pero yo no. Es el ayer, arruina el mañana. Es el universo, no existe. Son las alas, rotas. Caídas, números y días... Sangran mis pupilas tus sueños.